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Un test de personalidad, una invitación a un juego, acertijos, sorteos, descarga de programas… estos son algunos de los ganchos que usan las compañías para subscribirnos a un servicio, muchas veces sin nosotros saberlo, por el que nos mandan mensajes de noticias sobre cierto tipo de temas (juegos, tests, datos curiosos) pero nos cobran por cada mensaje de texto recibido.

En el mejor de los casos nos encontremos ante un engaño, porque el usuario no sabe que con esta acción se está suscribiendo a un servicio por el que le pueden cobrar, desde 35 céntimos a 7 euros por cada mensaje. El consumidor tampoco controla la cantidad de SMS que desea recibir y por lo tanto, los cargos extras en la facturación pueden llegar a ser exorbitantes. A menudo el usuario no es consciente del problema, considera que estos SMS son tan solo anuncios publicitarios.

Existen varios caminos para salir de este atolladero, el primero y más lógico sería llamar a nuestra compañía telefónica y exigirles que anulen todos los servicios SMS Premium, pero la realidad es que tal opción no siempre funciona, ya que los servicios se pueden volver a conectar automáticamente, y las compañías telefónicas se amparan con el argumento que es un tercero el que ofrece el servicio, y no ellos, olvidando claro está el beneficio que obtienen por el mismo.

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Otra vía puede ser darnos de baja del servicio usando el cauce habilitado por la propia compañía de SMS, aunque esta opción puede ser un método más tortuoso, ya que el fin de los SMS es obtener un rendimiento independientemente del servicio o producto que se ofrezca, y por supuesto de la atención al cliente.

En cualquier caso, debería de ser la Comisión del Mercado de Telecomunicaciones la que pusiera coto a estas situaciones, sin que sea hasta la fecha haya conseguido cumplir tales objetivos.

 Y llegados a este extremo se debe decir que existen instrumentos y acciones legales al alcance del ciudadano, a las que muchas veces no se acude por desconocimiento o por cansancio, que solucionan los problemas anteriores, evitando a la postre, situaciones inconvenientes y perjudiciales para los sufridos consumidores.